Monday, November 23, 2009

El séptimo día

No importa qué tanto se haya dormido, la cantidad de alcohol que se tenga en el cuerpo o si el día está gris y frío; la motivación para despertarse un domingo es el fútbol y los amigos. Funciona.

Suena el despertador. Entiendo que no estoy en mi casa en Caracas. ¿Dónde estoy? cierto, Torino. Me levanto, desayuno, despierto a mi compañero de casa o viceversa. Suena el timbre, son dos amigos venezolanos que vienen todos los domingos. Bajamos.

Caminamos tranquilamente hacia la parada del autobús del 64. Acá los autobuses tienen distintos números para las diversas rutas que hacen. En cada parada hay un mapa de todas las rutas, los horarios y los autbouses que pasan por esa parada. Toda la línea de transporte está bajo el mando de una empresa llamada GTT (Grupo torinese de Transporte) la cual es propiedad de la Ciudad de Torino. El metro, las líneas de autbous, tranvías, trenes... todo. De esta manera hay una sincronización (o un proyecto de) en toda la ciudad.


Luego de tomar el 64 llegamos a Grugliasco, donde nos reunimos con otros latinoamericanos a jugar fútbol sala en una cancha previamente reservada. Argentinos, colombianos, chilenos, venezolanos y un par de italianos disfrutamos del "deporte más hermoso del mundo" por un par de horas. Goles, pases, burlas, gritos; fútbol.

Al terminar vamos a almorzar a algún sitio el grupo de amigos más cerrado. Somos como 6. Hacemos esto todos los domingos. Variamos el sitio cada domingo, para no repetir, pero comemos bien, hablamos e intercambiamos historias.

Recuerdo que no hace poco me reunía con mis amigos a jugar fútbol el sábado y con mi familia a comer los domingos. En Venezuela. En el país donde construí mi vida durante 23 años. Y me da mucha tristeza no por el recuerdo sino por la diferencia. Allá vivía en una urbanización privada, jugábamos en un campo privado, íbamos en auto, etc. Acá puedo perfectamente utilizar el transporte público y caminar por la calle. Puedo vivir la ciudad y sentirla, sin tener ningún tipo de miedo mayor al de perder el autobús. Respirar. Vivir.

Salir de Venezuela es como salir de una piscina en la cual habías vivido toda la vida. No te dabas cuenta, pero veías mal. No lo sabías, pero no podías respirar. Te movías con dificultad, muchas veces nadabas y nadabas pero seguías dentro.


Desde afuera todo es más claro, más simple, más tranquilo. Puedes respirar. No se trata más de sobrevivir; aquí es posible vivir. Y ésta es la diferencia que da tristeza que obliga preguntarnos nuestros intereses, nuestras aspiraciones y nuestro futuro.

El séptimo día de la semana lo utilizaba para pasarla en familia y disfrutar allá en Caracas. Comer, reír y recordar lo afortunado que somos. Pero era un día único y diferente al resto de la semana de inseguridad, caos, paranoia, decepciones, tensión (enorme) política, robos, parcialidades en los medios, cierre de medios, manifestaciones, gas del bueno, tráfico, tráfico, tráfico, estress...y sigue.

Acá afuera, en cambio, todos los días son un séptimo día.

 
Design by Wordpress Theme | Bloggerized by Free Blogger Templates | coupon codes