Llevo dos meses en esta ciudad. Una ciudad que tiene mucho que contar, que posee numerosas plazas por visitar y que alberga una gran cantidad de propios y extraños para conocer. Una ciudad que está entrando en invierno, donde la temperatura baja y la nieve se aprecia en las montañas. Una ciudad europea, al norte de Italia, capaz de conquistar a inmigrantes suramericanos, asiáticos, árabes y/o africanos.
Pero no estoy de humor para hablar de Torino. No. Quiero hablar de mi país natal. Aquél que dejé físicamente hace 60 días.
Gracias - o no- a la tecnología he estado conectado a la actualidad venezolana en más del 90 %. Tan solo poseer un celular blackberry con la aplicación ÜberTwitter es suficiente. Además reviso noticias por internet, hablo con mis compañeros de universidad y chequeo el facebook más de una vez absolutamente todos los días. Gran parte de mí aún sigue en Venezuela.
La razón por la cual no logro desconectarme es por lo mucho que quiero a mi país. No puedo dejar de enterarme de lo que sucede en este momento histórico, no puedo ir al estadio de fútbol y ver jugar a la Juve y no pensar en más nada. Es enfermizo en cierta manera, pero me da oxígeno en este país libre de involuciones revolucionarias. Y no puedo creer lo mucho que -justamente- ha retrocedido mi país ¡en tan poco tiempo!
¿Cómo es posible comenzar un racionamiento de agua a estas alturas de la sociedad contemporánea? ¿Cómo el Jefe de Estado y Gobierno va a decir que la ducha debe durar máximo 3 minutos? ¿Cómo va a criticar a quienes tardan más? ¿¿Cómo es posible que el racionamiento también tenga connotación política y separatista dejando sin agua los fines de semana al este de Caracas?? Ojo, sí hay que racionar el consumo de agua; hay que tener consciencia sobre los recursos naturales y conservarlos, pero es el individuo quien debe desarrollar esta mentalidad y no la imposición de un Estado protector.
También podemos comentar la triste apreciación del gobierno, a la voz de su máximo exponente, sobre las personas con discapacidad. Considerar esto un insulto, considerar además que un funcionario de Estado no pudiera ser una persona con discapacidad, tratar con tan poco respeto a tanta gente, discriminar, separar, dividir. Qué bonito que le quedó. Que bonito le queda todo, la verdad.
Pocas cosas pensé -y pensamos todos los venezolanos- que pudieran volverme a sorprender de esta tragedia nacional. Pero el gobierno sigue sorprendiéndonos a todos con sus andanzas necias, extravagantes, insensatas, que logran llevarnos de la mano a una realidad desvirtuada sin tiempo a detenernos y pensar que cada una de estas burradas es, de hecho, una burrada.
Toda esta involución en el poco tiempo que llevo acá. Toda esta necedad en tan solo 60 días. Un nuevo record para este -ya muy largo- drama nacional.